Si estás leyendo esta nota, probablemente seas el dueño de un box de Crossfit, de un estudio de yoga, o entrenador de algún deporte. Puede que seas la dueña de un gimnasio, de un estudio de pilates, o profe de educación física. Quizás seas un entusiasta del deporte, o un paracaidista que cayó acá (si es así, ¡bienvenido/a!). Sabiendo que podés haber llegado a esta nota desde varios lugares distintos, en todo caso siempre estás cercano al deporte. La pregunta entonces es: ¿nunca te pusiste a pensar el por qué, en algún momento de nuestra historia de seres humanos, tuvimos que ponernos a hacer ejercicio? ¿A quién se le ocurrió? ¿De dónde salió la idea? De una necesidad, claro. Pero, ¿qué necesidad? ¿Cómo empezó el ser humano a entrenar, y por qué? Respondiendo a estas preguntas, quizás tenemos la posibilidad de entender motivaciones actuales para poder sumar más socios y socias a nuestros espacios. Veamos entonces, toda historia tiene un comienzo…
¡Empecemos! Las especies antepasadas a los humanos no entrenaban, simplemente saltaban de árbol a árbol para estar bien y sanos físicamente. Hace algunos miles de años, el ser humano estaba más conectado a sus instintos y necesidades directas. Y tenía menos herramientas para satisfacerlas, claro.
¡Hay hambre y no hay que comer!
Se caza + se recolecta = Se come.
Hace frío / Llueve / Nos persigue un oso / Quiero dormir un ratito más y ya es de día.
Se consigue una cueva = Se zafa.
Ya recogí todos los frutos y me comí a todos los animales de la zona.
Se migra = Hay morfi de nuevo.
Bueno, se entendió supongo. Con estas actividades físicas (entre varias otras) ya estábamos bien, ¿no? Ir al gimnasio después de estar todo el día buscando algo para comer, no tiene mucho sentido. Con el tiempo, se empezó a entrenar para cazar con mejores resultados, para ir a la guerra, y para nada más.
Alrededor del siglo VIII a. C. comenzaron a existir los gimnasios en la Antigua Grecia. Los jóvenes acudían desnudos a los mismos, y de ahí el nombre: gimnasio significa lugar donde ir desnudo. El culto a la belleza y al cuerpo se hacía presente. En los gimnasios se les enseñaba a quienes iban las artes de la guerra y de la paz, y hasta había lecciones de filosofía. Mens Sana in Corpore Sano (mente sana en cuerpo sano), ahí se apuntaba. Cuenta la historia también que en el año 3000 a. C. los Persas comenzaron a hacer actividades deportivas. Después de esto, se pierde un poco el rastro de los posibles gimnasios existentes hasta el siglo XIX.
Se cree que el primer gimnasio propiamente comercial fue del gimnasta francés Hippolyte Triat, hacia la década de 1840. En 1844 se fundó el YMCA en Londres, comenzando su camino que sigue hasta hoy. A mediados del siglo XIX nos empezamos a quedar más en casa, y los trabajos comenzaron de a poco a exigirnos más de la cabeza y menos del cuerpo. La enfermedad de la silla aparecía sin que siquiera nos demos cuenta. Hasta que empezaron los primeros síntomas, y las posibles soluciones. Moverse y entrenar para contrarrestar los efectos de la vida sedentaria, fue una de ellas. Ya empezaban a construirse gimnasios en los colegios. Algunas de las máquinas que tenemos hoy en día en los gimnasios tuvieron sus primeras versiones hace un siglo (la bici fija por ejemplo) y de a poco se fueron modernizando. Gustav Zander, médico y ortopedista, fue pionero con las máquinas para entrenar en 1890, en Estocolmo (Suecia). Su idea de cuidado y mejora de la salud era con un entrenamiento progresivo, logrando que el cuerpo en su totalidad esté fuerte. Lo usaron niños, trabajadores, pobres y ricos, su sistema fue financiado por el propio estado sueco. Un capo Zander, ¿no?
Ya en el siglo XX nacieron nuevos sistemas de entrenamiento. Y nuevos espacios también. Los deportes de competición crecieron hasta ser los monstruos comerciales de hoy en día. Durante décadas los gimnasios fueron espacios cerrados. Hoy en día nos pusimos de moda, ¿no? Música, luces, lugares más espaciosos, luminosos. O simplemente hacer actividad al aire libre (¿quién no sacó a sus alumnos de Crossfit a dar algunas vueltas a la manzana?). Hay que estar atentos a la estética, a la seguridad, a la espacialidad, Y no olvidar de mejorar constantemente el equipamiento, e intentar tener todo en impecables condiciones.
Todo esto nos hace pensar un poco sobre cuáles son los motivos actuales para ir a un gimnasio, y de qué forma atraer a nuevos socios para que se sumen a nuestros espacios. Y las respuestas pueden ser variadas. Si bien el comienzo de los gimnasios modernos estuvieron relacionados con la salud, después se desvirtuaron un poco apuntando a la imagen corporal. Pero hoy, los socios tienen distintos objetivos para ir a un gimnasio, además de entrenar para estar saludables y verse bien. Son espacios que las personas usan para despejarse, desconectar, hacer sociales, entretenerse, divertirse, conectarse con ellos mismos, entre tantas otras cosas. El objetivo entonces puede ser alguno de estos, aquel en el cual nos sentimos más cómodos para publicitar y hacernos fuertes. Nunca perder de vista los objetivos principales del gimnasio, pero después puede ser muy positivo tener una marca diferencial en nuestro lugar. Somos los mejores porque generamos muy buenos grupos para entrenar. Somos los mejores porque tenemos los equipos de última generación. Somos los mejores porque tenemos a los mejores profes. Somos los mejores porque venís a entrenar y la pasas bien, siempre. Apuntar a lo que seas mejor, a lo que te sientas más relacionado. Y mostrarlo todo el tiempo.
En Crossfy queremos ayudarte a crecer, queremos que seas tu mejor versión. Ese es nuestro diferencial, apostar siempre al crecimiento, y estar en cada paso de tu box, de tu gimnasio, de tu estudio, de tu proyecto. Empezamos como una app de Crossfit, sumamos distintas disciplinas, y seguimos creciendo. ¿Y vos, querés seguir creciendo? Acá estamos para ayudarte a dar un paso más.